15 septiembre 2006

Boca Campeón de la Recopa


Viva el Rey! Boca ganó el título N° 16 y se adueñó del trono internacional
En el último partido de Basile como DT, igualó 2 a 2 con San Pablo y se coronó en la Recopa Sudamericana; Palacio y Palermo, los goles. Esta Recopa enfrenta al campeón de la Libertadores (Sao Paulo) y al campeón de la Sudamericana (Boca). En el partido de ida Boca derrotó a Sao Paulo 2 a 1.
Se trata de un momento único. Boca se siente cerca de las nubes, como si estuviese en el mismo monte Everest, inalcanzable y reservado sólo para los más valientes. La bandera azul y oro se ondula en las alturas, orgullosa ante una conquista que lo enaltece, que lo distancia del resto, que lo distingue, ni más ni menos, como el mejor.
No son sólo los triunfos los que lo ubican en ese lugar. La perfección de su estilo y el nivel asombroso y mágico que tiene la mayoría de sus jugadores genera una sensación, en casi todos, de invulnerabilidad. Esa valoración es, al cabo, más una ilusión óptica que una verdad terminante. El fútbol no es sólo una ejecución técnica y táctica sino que también se puede definir a través del estado de ánimo, de la confianza, de la luz propia, de la energía individual y colectiva. Boca es, sin dudas, el mejor. El que rompe rachas y cosecha títulos porque siembra a largo plazo. A paso firme, a paso de hombre, sin adelantarse, es el nuevo Rey de Copas. Por más que le duela a los archirrivales, a los difamadores de las estadísticas, a quienes hacen de la crítica un modelo de vida. Boca es más que once tipos con sus camisetas azules y amarillas. Es un equipo. Total. Anoche, en el mítico y amigable Morumbí, consiguió amargar a San Pablo, logró quedarse con la mediática Recopa Sudamericana, obtuvo su decimosexto título internacional. Pasó a Independiente, a Milan y a Real Madrid. Paso del Rey...
Ahora, después de su paso demoledor por Boca —cinco títulos sobre la misma cantidad disputados—, la figura de Alfio Basile cosecha más adherentes que detractores. El Coco es lo que es, al margen de la obviedad. En el mismo envase viene una personalidad que a esta altura de la vida no va a cambiar. No se podrá esperar del entrenador preocupación extrema por las tácticas del rival ni planteos revolucionarios, nunca se abrazará al vocabulario difícil, no esperen que sea sumiso. Hay en Basile una apuesta esencial a lo básico que tiene el fútbol: jugadores y estados de ánimo. Ojalá la Selección pueda asimilar la simpleza de este hombre que derritió los hielos de las cargadas y terminó con los brazos en alto y los ojos esmerilados por el calor y el clamor de la gente que sólo quiere una cosa: ganar. Es bastante difícil. Pero el técnico y sus muchachos, a los que quiere como hijos, lo hicieron fácil. Creer en una persona que no esconde nada y que muestra las cartas sobre la mesa antes de que comience la mano, merece respeto y un poco de tiempo para que escriba su historia. Sí, lo entendieron. Y ahora, en Boca, ya tiene su librito...
Con nueve títulos en los últimos siete años, el fútbol argentino le debe —y que se entienda que no es una obligación— admiración a Boca. En lo que va del milenio, arrasa en trofeos entre los sudamericanos. Los que lo siguen —San Lorenzo, San Pablo, Olimpia y Cienciano— apenas tienen dos. Anoche, Boca aguantó cuando fue necesario y lo resolvió con su sello de autoridad, el mismo que tuvo a lo largo de todo el ciclo, que terminó en el punto ideal: en la ebullición de las vueltas olímpicas.Ya convirtió Rodrigo Palacio de cabeza, ya definió con mucha clase Martín Palermo, ya sufrió Aldo Bobadilla con el primer gol, ya se amargó Morel Rodríguez con su pelotazo en contra, ya aparecieron las imágenes de Carlos Bianchi, de Carlitos Tevez, de Juan Román Riquelme, de Roberto Abbondanzieri, ya se siente el peso de la historia, ya se escucha el paso del Rey.